Por sorprendente que pueda parecer, la mayoría de los estadounidenses no tienen pasaporte. Pero cuando pensamos en las maravillosas playas de Miami, en las fantásticas estaciones de esquí de Aspen y en los magníficos parques de Yellowstone, nos damos cuenta de por qué tantos prefieren el turismo nacional, por no mencionar que también tienen algunas de las ciudades más fascinantes del mundo al alcance de la mano.
De forma similar, el mercado nacional también domina el sector Fintech norteamericano, ya que muchas start-ups no ven ninguna necesidad de expandirse más allá de sus fronteras hasta avanzar mucho más en su trayectoria. Sin embargo, es entonces cuando se dan cuenta de que no tienen la base necesaria para ampliar sus operaciones a otros mercados. Por eso, para que las nuevas start-ups estadounidenses tengan éxito a escala global, deben cambiar de mentalidad.
El hecho de que muchas Fintech se centren en el mercado nacional no debería sorprendernos, ya que EE. UU. es la economía más grande del mundo y, como tal, supone una inmensa oportunidad comercial. Así, las Fintech estadounidenses pueden llegar a millones de clientes en el país más rico del mundo sin tener que preocuparse de todos los problemas que supone la expansión a nuevos mercados.
Por su parte, la situación de las Fintech en otros países es muy diferente, y empresas fundadas en Londres o en Berlín saben que es fundamental expandirse a escala internacional para alcanzar un cierto nivel de crecimiento. Por eso, estas empresas empiezan a desarrollar relaciones con clientes potenciales de otros países desde un primer momento.
La naturaleza lucrativa del mercado nacional estadounidense no es la única razón por la que estas empresas se resisten a aventurarse fuera del país. También existe la creencia en la comunidad Fintech norteamericana de que operar más allá de sus fronteras es adentrarse en lo desconocido, y que los requisitos de cumplimiento y gestión del riesgo que implica transferir dinero entre distintas jurisdicciones son una carga demasiado pesada. Si nos paramos a pensarlo, hay que reconocer que estos temores no son del todo injustificados.
De momento, prestar servicio a clientes nacionales ha demostrado dar buenos resultados: un estudio realizado por Plaid y publicado en octubre del 2022 reveló que casi la mitad de los estadounidenses (un 48 %) usan una Fintech a diario para gestionar sus finanzas, mientras que en el 2020 esta cifra era solo del 42 %. Además, el 76 % de los participantes afirmaron usar la tecnología para gestionar sus finanzas con más frecuencia que en años anteriores.
Sin embargo, las inversiones de capital riesgo han disminuido considerablemente y los inversores son ahora mucho más selectivos a la hora de decidir qué empresas financiar. Recientemente, los inversores de capital riesgo más conocidos insisten en la necesidad de "ser global por defecto", lo que significa que las empresas deben seguir un modelo de negocio en el que se contemple el crecimiento internacional desde el principio. Y cuando los grandes inversores inician una nueva tendencia, los inversores de menor tamaño suelen seguir sus pasos.
Por lo general, hay dos tipos de modelos que dan grandes resultados en un entorno internacional: los que prestan servicio a usuarios finales, como a pequeñas empresas o a consumidores, y los que proporcionan la infraestructura tecnológica subyacente que el primer modelo necesita.
En el primer caso, muchos se centran en los entornos B2B, como en las pymes que pueden tener empleados, proveedores o clientes internacionales. Por ejemplo, Levro es un neobanco comercial multidivisa que permite pagar y cobrar en más de 30 divisas desde una sola cuenta, por lo que es la solución ideal para las empresas con aspiraciones internacionales.
Por otro lado, empresas como Episode Six proporcionan una infraestructura de procesamiento de pagos y de gestión de libros de comercio para sustentar tarjetas de crédito y carteras digitales a través de APIs. Estas APIs están diseñadas para ser enormemente versátiles, por lo que neobancos de todo el mundo pueden integrar la tecnología de Episode Six en la infraestructura que ya tienen, con independencia de que estén ubicados en Berlín o en las Bermudas.
Está claro que EE. UU. es el país ideal para fundar una Fintech: tiene un gran mercado nacional con capital abundante, tecnología de última generación y una enorme cantera de talento. Sin embargo, los inversores solo prestarán atención a las empresas más destacadas, y tienen una gran oferta internacional entre la que escoger.
En este contexto, en el que los ingresos y la estabilidad financiera de las start-ups se somete a análisis cada vez más estrictos, tener una perspectiva empresarial global desde el primer día podría ser clave para destacar entre la competencia con un proyecto de negocio realmente brillante.